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Carlos Vaz Ferreira

Biografía

Pensador, psicólogo, sociólogo, crítico de arte y melómano; n. en Montevideo el 15 oct. 1872; m. en esa misma ciudad el 3 en. 1958. Se graduó de abogado en la Facultad de Derecho de la capital uruguaya, en 1903. Ganó por concurso la cátedra de Filosofía en la Universidad, a los 25 años de edad. Toda su producción escrita se gesta en la cátedra. De allí ese peculiar estilo de sus libros que, como dice Unamuno, parecen, más que escritos, hablados. Fue director de la Facultad de Humanidades y Ciencias (1946-49) y rector de la Universidad por tres periodos (1929-30, 1935-38 y 1938-43).

Más que una filosofía nueva, original, como la que forjó Vasconcelos, Y. F. introduce una singular postura, que trata de ser independiente, comprensiva, abierta, en la enseñanza universitaria. Equidistante de todos los dogmatismos de escuela, muestra un pensamiento vigorosamente criticista y especulativo. Su producción filosófica presenta una marcada impregnación científica. Siente preferencia por lo concreto, lo inmediato. Le atraen los problemas metafísicos y estéticos, las nuevas teorías científicas y las manifestaciones de la creación artística, los problemas de filosofía jurídica y las realidades socio-económicas de la comunidad en que vive. Agnóstico en materia religiosa, coloca los valores éticos en la cumbre de la tabla axiológica. Se ha dicho de este pensador uruguayo que en el orden «de la comunicación abstracta de ideas no hay ejemplo en nuestro idioma de un estilo más diferenciado y característico dentro de la expresión filosófica».

La Cámara de Representantes del Uruguay ha editado, en 19 volúmenes, sus obras completas, en edición cuidadosamente revisada por el autor. Dentro de sus escritos, destacamos: Curso de Psicología elemental ( 1897), Ideas y observaciones ( 1905), Los problemas de la libertad ( 1907), Conocimiento y acción y Ciencia y metafísica ( 1908), Moral para intelectuales (1909), Lógica viva (1910), Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de enseñanza (1918), Sobre la propiedad de la tierra (1918), Sobre la percepción métrica (1920), Sobre los problemas sociales (1922), Sobre el feminismo ( 1933), ¿Cuál es el signo moral de la inquietud humana? (1936), Fermentario (1938), Trascendentalizaciones matemáticas ilegítimas y falacias correlacionadas (1940), La actual crisis del mundo desde el punto de vista racional ( 1940), Algunas conferencias sobre temas científicos, artísticos y sociales (primera serie, 1956) y Los problemas de la libertad y los del determinismo ( 1957). v. F. sufre el impacto del positivismo de Spencer durante sus años de estudiante en la Universidad, pero muy pronto logra evadirse de los estrechos límites de esta escuela. Sin embargo, el positivista emancipado trató de llevar esa doctrina, sin desvirtuarla en lo que tenía de fecundo, a concepciones más altas y comprensivas. Entre ciencia y filosofía hay un pasaje «insensible» y «gradual». No es la filosofía la que se funda en la ciencia, sino que la ciencia se funda en la filosofía. «La ciencia no es más que metafísica solidificada». La metafísica siempre será la más elevada forma de la actividad del pensamiento humano, mientras no pretenda tener el aspecto de claridad y precisión de la ciencia. La Lógica viva (1910) es un penetrante análisis de las relaciones entre lenguaje y pensamiento. Estudia, además, «errores de falsa oposición; cuestiones de palabras y cuestiones de hechos; cuestiones explicativas y cuestiones normativas; la falsa precisión; la falsa sistematización; falacias verbo-ideológicas; la lógica y la psicología de las discusiones; los planos mentales; la ilusión de experiencia; psicología y lógica de las clasificaciones; valor y uso del razonamiento». «Lo que expresamos no es más que una mínima parte de lo que pensamos». Pero lo que pensamos «es una mínima parte de lo que psiqueamos» (Conocimiento y acción, 99). Al pensamiento no fraguado o definido, le llama «fermental». Trátase de un pensamiento en estado naciente, germinal. Precisamente uno de sus libros lleva el nombre de Fermentario; ahí se pretende aprehender «el psiqueo antes de la cristalización: más amorfo, pero más plástico y vivo y fermentai» (p. 11).

Se ha hablado del escepticismo de Vaz Ferreira. El pensador uruguayo se defendió, en diversas ocasiones, de semejante imputación. En rigor, habla de la graduación de la creencia, que es una cierta especie de escepticismo: «Enseñar a graduar la creencia, ya distinguir lo que se, sabe y comprende bien, de 10 que se sabe y se comprende menos bien -y de que se ignora ( enseñar a ignorar, si esto se toma sin paradoja, es tan importante como enseñar a saber) ...y producir también la sensación de la dificultad de las cuestiones, el discernimiento entre lo que es cierto o simplemente probable, y la sensación, también, de que hay problemas insolubles» (Conferencia inédita sobre enseñanza de la filosofía). Trátase, en última instancia, de adecuar la creencia al verdadero estado y naturaleza de las cuestiones. Alguna vez opuso el escepticismo de tendencia, que era el suyo, al escepticismo de sistema. La razón debe ser completada por el sentimiento y por la imaginación. Pero este complemento no significa forzamiento ni deterioro ni desprecio. La moral y los ideales requieren, a juicio del prof. V. F., una fundamentación historicista. En los variados desarrollos filosóficos de V. F. está siempre presente la experiencia vital del gran educador .



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